Palacio Lapido

Como lo decimos en el artículo en que informamos de la presencia de SAU en las últimas ferias realizadas en el predio del LATU, la celebración de los 90 años de SAU es la oportunidad para dar una mirada a lo que ha sido el trabajo de los arquitectos en esas nueve décadas.

La selección de algunos ejemplos nos sirve para identificar singularidades de nuestra arquitectura y las transformaciones que a partir de ellas se han ido produciendo en nuestras ciudades.

Nos proponemos a través de sucesivos números del Boletín gremial, presentar obras representativas de su década, reconociéndolas por su aporte a la arquitectura nacional.

“No es por su relacionamiento con las búsquedas de vanguardia que nos interesan obras como el Palacio Lapido, sino por sus intrínsecos y excepcionales valores arquitectónicos. Este edificio presenta una inserción urbana que resuelve tanto su carácter de esquina elevada (ciertamente más notable en la época de su construcción), como su transición hacia las edificaciones de menos altura sobre la calle Río Branco, fraccionando su masa en cuerpos menores que alcanzan la escala de las construcciones linderas. El programa a resolver era complejo: sede de un periódico, auditorio, conjunto de apartamentos y galería comercial para dar significación a los accesos a estas variadas actividades.

Los autores manifestaron un gran ingenio organizativo para articular necesidades diferenciadas obteniendo de las mismas el máximo de sus posibilidades de relación con la ciudad y entre sí.

En lo técnico apreciamos un uso desenvuelto del hormigón armado, una “planta técnica” que resuelve la transición entre las plantas inferiores y las residenciales repetitivas.

El interior del edificio demuestra un cuidadoso y coherente estudio de todos los detalles, desarrollados con originalidad e impecable realización artesanal.”
Extraído del artículo publicado en la Revista “ARQUITECTURA” N°261 de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay. Arqs .Arana, Garabelli y Livni

“Mis proyectos surgían por un lado como una lucha personal y por otro como una manifestación de una comunidad de estudiantes y arquitectos que sin ningún tipo de imposición, teníamos conciencia que se estaba dando un cambio grande en arquitectura y que los planteos académicos no funcionaban más”.

En cuanto a su forma de trabajo el Arq. J. Aubriot decía en el reportaje que se publicó en ese mismo número de la Revista de la SAU:

“…el trabajo en equipo es fundamental, uno no sabe lo que lleva adentro cuando se encierra en si mismo. Pero cuando se trabaja en equipo, se abren las puertas y surgen una montaña de cosas que no se sabía que estaban allí. Se produce mucho mejor y uno se desarrolla mejor. Solamente Dios, lo digo aunque no soy creyente, puede resolver todo por si mismo. Pero nosotros no somos Dios, somos de la tierra y tenemos que sudar todos juntos.”