El sábado 31 de octubre, la Comisión de Patrimonio Cultural de Paysandú distinguió como BIEN DE INTERÉS PATRIMONIAL al Yacht Club Paysandú. Tal como se ha hecho en otras ocasiones se descubrió una placa cerámica en la nueva entrada de la Institución, con la presencia del Intendente de Paysandú Mario Díaz, del Presidente de la Junta Departamental Hermes Pastorini, el Comodoro del Yacht Club Carlos Arboleya y socios del Club.

El Secretario de la Comisión leyó una reseña histórica que elaboró y que adjuntamos.

 

YCP – 31 de octubre de 2020

El Yacht Club Paysandú es una de las instituciones deportivas que la Comisión Departamental de Patrimonio Cultural y la Comisión de Cultura de la Junta Departamental han resuelto distinguir con el nombramiento de «Bien de Interés Patrimonial».

Con sus 75 años de existencia, habiendo fomentado el deporte náutico, el esparcimiento y la camaradería en forma ejemplar, se merece el aprecio y respeto de todo Paysandú y la inclusión en la lista del patrimonio inmaterial que marca, distingue y une a los sanduceros. En actos de reconocimiento de este tipo, suele hacerse un resumen de la vida de la institución homenajeada, pero en esta oportunidad permítame estimado señor Comodoro –en nombre de la Comisión que integro– salirme un poco de la norma y referirme solamente a algunos aspectos de la particular génesis de este club, con un enfoque diferente.

Para empezar, apuntemos que el Yacht Club Paysandú tiene mucho que ver con los otros dos clubes de la costa homenajeados –el Remeros y el Pescadores– y no solo por estar físicamente ubicado entre ambos. Como sabemos, nació en el seno de uno de ellos: el de Pescadores. Allí, un grupo de socios, quería que se formara una entidad que practicara y difundiera específicamente la navegación a vela y lo náutico en general. Fue entonces que, el 16 de febrero de 1945, se reunieron en el club los socios: Juan Bertoni, Pedro Demichelis, Manuel Cosio, Juan Carlos Oneto, Rogelio Sarroca, Decio Cora, Roberto Quintana, Agustín Fagetti, José Barnes y Juan Paulino Vial. En el atardecer de aquel viernes, aunaron criterios para crear lo que llamaron: una «Agrupación de Yates», constituyendo allí mismo un comité provisorio, presidido por Don Juan Bertoni, que –con 53 años– era el mayor.

Antes de seguir hago un breve paréntesis para resaltar la figura de este primer presidente de la nueva agrupación velera… Quiero recordarles (o enterarles) que Juan Bertoni fue sin duda alguna uno de los personajes más influyentes en el progreso sanducero de la primera mitad del siglo XX, integrante de muchas instituciones y comisiones de la más variada entidad, un ciudadano capaz y ejemplar, un hombre culto, íntegro y cabal, dispuesto en todo momento a trabajar por los demás… un ciudadano que pensaba lo que hacía y hacía lo que pensaba, siempre aportando iniciativas en lo comercial, social y deportivo. Es de justicia recordarlo y es muy significativo que una persona como él haya estado en la creación de esta señera institución.

Sigamos.
A dos semanas de formada la provisoria Agrupación de Yates, se realizó otra reunión, en los salones del Centro Comercial, el 1º de marzo, y fue allí donde una numerosa asamblea dio nacimiento formal al «Yacht Paysandú», siendo su primera Comisión Directiva conformada por Juan Bertoni como presidente; doctor Manuel Cosio vicepresidente; Juan Paulino Vial, secretario; Carlos Malgor, tesorero y Américo Fagalde, vocal. También se nombró esa noche una Sub Comisión Técnica que integraron: Lorenzo Marcenaro, Decio Cola, Juan Bico, Manuel Cosio, Augusto Barone, Manuel Buzzo, Rodolfo Cora, Conrado Acosta y José Pirotti. La idea –básicamente de Juan Bertoni– era que el «Yacht Paysandú» debía funcionar como un apéndice del Remeros y el Pescadores, clubes que a su vez tenían que nombrar delegados para integrar la nueva entidad.
El Yacht Paysandú compartía las dos plantillas de socios, que pagaban un pequeño aporte adicional para pertenecer además al nuevo club, que funcionaba en base a las normas del Yacht Club Uruguayo.

Esta forma un tanto original, si bien fue aceptada al principio, no duró mucho tiempo, encontrándose algunas dificultades prácticas operativas. Tenían como «sede prestada» tanto al Club de Pescadores como el astillero Neptunia, aquí al lado nomás. De ese conocido atalaya de trabajo y esfuerzo que fue orgullo sanducero y nacional, desde donde los barcos nacían o venían a revivir, el sábado 13 de julio de 1946 salió el barco de Juan Vial, un hermoso yate de 7 metros 40 de eslora, 2.30 de manga y un calado de 90 centímetros, obra del gran Manuel Buzzo, realizada en base a un proyecto original de un ingeniero naval noruego. Y al otro día, se realizó –en el astillero mismo– una asamblea para dar forma definitiva al club de yates sanducero.

Por esos años todavía se celebraba aquí y en muchos países del mundo le quatorze de julie; con grandes actos. Fue así que nació –en la mañana de aquel domingo 14 patrio francés y mundial– el «Yachting Club Paysandú», tras una concurrida y entusiasta asamblea de deportistas.

La Directiva se formó así: presidente, doctor Manuel Cosio; vicepresidente, doctor Joaquín Sarroca; secretario, Henry Laurenzo; pro secretario, Pedro B. Demichelis; tesorero, Carlos Gomensoro; vocales, Juan Bertoni y Waldemar Mannise. La asamblea culminó con un bien servido almuerzo de alegre camaradería, del cual también participaron: el comandante Marcelo Cardozo, Lorenzo Marcenaro, Germán Fraschini, Raúl Laurenzo, el ingeniero Ramis, Manuel Buzzo, José Zuchetti, Lito Uslenghi, Héctor González, Eduardo Ilardía, Rodolfo Cora, Ricardo Lambarris, Luis Poggi, Juan Vial, Alfredo Fraschini, Pablo Xaubet, Carlos Onetto y Luis Vener.

Los meses siguientes fueron de prolija navegación para afianzar la institucionalidad, a fin de obtener la personería jurídica y conseguir más socios y un lugar propio para la sede social y deportiva. También, se simplificó el término «Yachting», cambiándolo por «Yacht».

Llegamos al especial año 1948. A principios de junio, el presidente del club, Dr. Joaquín Sarroca, anunciaba que la comisión especial integrada por el arquitecto Horacio Martins más los socios Lorenzo Marcenaro, Arturo Canziani y Juan Vial, ya tenía pronto el estudio y aprobación de los planos para la sede social a construirse en un predio ubicado entre el muelle de la compañía Shell Mex Uruguay Limited y el Astillero Neptunia. El solar había pertenecido a una sociedad formada por Santiago Firpo, Octavio Soares de Lima, Pedro Etchemendy y Luis María Debali. En 1944 se lo habían vendido al municipio, y fue éste que en 1948 –por gestión del gran intendente ingeniero José Acquistapace– lo donó al Yacht Club Paysandú. Aquella década, a los sanduceros nada nos quedaba grande. Todos los sueños tenían cabida… y las ganas de progresar brotaban por todas partes. Los entusiastas socios y dirigentes del Yacht Club no fueron la excepción y se lanzaron a la campaña de tener un digno y moderno edificio propio, junto al río, desde donde se pudiera disfrutar la vista de la naturaleza y seguir las alternativas de las diferentes competencias náuticas.
Ninguno de ellos pensaba que fuera fácil, pero sí todos pensaban que era posible.
Una comisión especial trabajó mucho, se estudiaron alternativas, se sacó, se agregó, y se trabajó en coordinación con la Dirección Municipal de Urbanismo, para elegir el lugar preciso de edificación.
En los primeros días de agosto de 1948 Paysandú respiraba optimismo, alegría, entusiasmo… se hablaba de varias fábricas, una moderna empresa de ómnibus, nuevos planes de hormigonado, aeropuerto, importantes obras como el gran colector pluvial del norte, reformas en la rambla… y –mientras se preparaba la enorme exposición industrial y comercial de octubre que marcó un hito en nuestra historia– el deporte náutico sanducero se lucía en las aguas olímpicas inglesas, cosechando una medalla de bronce dos gladiadores que remaron en malas condiciones físicas su doble scull: JUAN ANTONIO RODRÍGUEZ y WILLIAN JONES… (recordemos que Juan estaba con principio de insolación y William con gripe). Si, eran gente del Club Remeros, pero contaban además con el firme apoyo concreto del Yacht Club y del Pescadores, y de todo Paysandú, por supuesto.
Es que los deportes náuticos estaban de moda, por lo menos desde la década del treinta. Muchísimos niños soñaban con tener un yatecito, un barquito. Algunos se lo fabricaban ellos mismos, otros lo pedían por carta formal y firmada… y el 6 de enero lo recibían expreso en sus casas… Se hacían carreras infantiles de yates, en el Balneario Municipal… Déjenme contarles, por ejemplo, una que se hizo en marzo ’45 (a muy poco de haberse formado aquella Agrupación de Yates). Fue organizada por la Comisión del balneario y la… «Escuela infantil de Construcción Naval» que –si no tengo mal el dato– funcionaba en el astillero Neptunia y el encargado era el señor Carlos Isgleas.
Consiguieron premios en Farmacia Dorotte, en el Bar del Balneario, Confitería Las Familias, la casa «Demichelis Hnos.»; y en el comercio de los hermanos José y Juan Bertoni. Veamos algunos de los participantes, cada uno con su yate que por supuesto tenía nombre y todo. Eran: Jorge Bico, Mario Delgado, Eduardo Etchebarne, Humberto Greco, Angel Caselli, Carlos Meyer, Walter Soler, Héctor Uccellini, Enrique Monllor, Alcides Merello, Sergio Damico y Humberto Cassarotti…

Volvamos al glorioso 1948 y a esa actitud de que ningún desafío era inalcanzable para los sanduceros. El Yacht Club Paysandú contagiado del entusiasmo generalizado, había nacido con sueños grandes. A poco de obtener su personería jurídica ya era la única institución del país afiliada a la «Asociación Internacional de Carreras de la clase Snipe»; y con mucho coraje se anotaron para participar de la regata mundial de la clase que se iba a disputar en Palma de Mallorca entre el 30 de agosto y 4 de setiembre de ese año. Se inscribieron y les habían asignado el número 273 a la flotilla y el 7.104 y 7.108 a los dos barcos que pensaban llevar. Paysandú iba a representar a Uruguay en ese torneo mundial, pero no hubo apoyo oficial a nivel nacional y la audaz aventura quedó en una ilusión. De todas maneras, la juventud rioplatense estuvo bien representada, ya que el campeón mundial fue un joven argentino del Club San Isidro de Buenos Aires. En 1950, al conmemorarse el centenario del fallecimiento de nuestro héroe máximo, se hicieron en todo el Uruguay grandes actos que tuvieron destaque incluso hasta en la prensa de otros países. El club sanducero que había nacido en fecha patria internacional, cuatro años antes, tuvo la gran idea de organizar un original homenaje al prócer, del cual participaron cuatro embarcaciones. No sabían que estaban comenzando a escribir una bella y rica historia que luego se convertiría en un récord. De allí en adelante, la regata Meseta de Artigas – Paysandú es la decana y además la única organizada por un solo club. Vinieron los triunfos, las aventuras, y las mil anécdotas de una veintena de hombres inolvidables que no vamos a nombrar ahora para no extendernos…

En algún momento el nombre del club cambió (en la pronunciación) por imperio de los hechos, pasando a ser «yat» Club Paysandú y no más «iot», algo –si se quiere-bien sanducero, bien nuestro… ¿no?

Y llegó el edificio a mediados de los cincuenta… y vinieron varios progresos más, como la anhelada bahía, por ejemplo, y tantos otros… Las cosas y los protagonistas fueron cambiando inexorablemente, pero lo que no cambió nunca fue el espíritu de esfuerzo y superación para lograr los objetivos, vengan los vientos de donde vengan o aun cuando no hubiera tan siquiera una mínima brisa. Clarísimo ejemplo de esa actitud joven e indomable –característica de este club– lo tenemos en el presente, con una referencia sin par como… LOLA MOREIRA.

Para terminar, volvamos al principio, con un último dato curioso.

Fíjese estimado señor Vice Comodoro, que Juan Bertoni –aquel primer presidente del Club– también fue un gran deportista, un muy destacado remero (del Club Remeros) y tuvo varios trabajos, pero ¿sabe qué? se distinguió más que nada por ser uno de los mejores vendedores de seguros y por hacer mucho por el «Yat» Club, junto a un grupo de grandes dirigentes todos que lo prosiguieron, manejando el timón con seguridad y buen rumbo, como ahora… como siempre.

Felicitaciones a todos, nada más, y muchas gracias.
Andrés G. Oberti Rual
Secretario