Proponemos revisitar la experiencia enriquecedora que ofreció el Grupo de Estudios Urbanos, con una proyección del documental Una Ciudad Sin Memoria y posterior análisis del impacto del colectivo en la construcción de la Montevideo del siglo XXI. Será el próximo 22 de mayo en nuestro Edificio Sede, ubicado en Gonzalo Ramírez 2030.
En el conversatorio participarán el Arq. Andres Mazzini, integrante del GEU. el Arq. Ernesto Spósito, director de la Unidad de Patrimonio de la IM y la Dr. Arq. Laura Alemán, profesora en FADU-UdelaR.
Modera el Mag. Arq. Germán Díaz Paseyro, autor de la tesis: ¿A quién le importa la Ciudad? El Grupo Estudios Urbanos y el cambio de la cultura patrimonial en Uruguay, 1980-1985. Presenta el Arq. Héctor Berio, secretario de comisiones de la SAU.
Programa:
18:00 h – Presentación de los integrantes y apertura de la mesa
18:10 h – Proyección de “ Una ciudad sin memoria”
18:45 h – Impacto en el presente: exposición de los invitados
19:30 h – Diálogo con el público
19:45 h – Cierre a cargo del moderador
20:00 h – Palabras del presidente de SAU
20:30 h – Brindis de festejo por los 111 años de SAU
Sobre el aporte del Grupo de Estudios Urbanos:
El Grupo de Estudios Urbanos (GEU) fue una iniciativa impulsada en la década de 1980 por el arquitecto Mariano Arana (1933-2023), con el objetivo de generar conciencia sobre la importancia de la preservación del patrimonio edilicio de Montevideo. En plena dictadura, el GEU se convirtió en una forma alternativa de resistencia, denunciando la destrucción de edificios históricos y promoviendo el debate ciudadano sobre el futuro urbano.
Uno de los proyectos más emblemáticos del GEU fue el documental Una ciudad sin memoria (1980), dirigido por Mariano Arana. Este audiovisual expone la pérdida del patrimonio arquitectónico de Montevideo y la falta de políticas de conservación en ese período. Junto con ¿A quién le importa la ciudad? (1983), estos documentales fueron exhibidos en diversos espacios comunitarios, generando discusiones abiertas sobre la identidad urbana y la necesidad de proteger el legado arquitectónico.
El Grupo de Estudios Urbanos (GEU) tuvo un impacto significativo en las políticas de patrimonio en Uruguay, especialmente en Montevideo, durante la década de 1980. Su trabajo ayudó a transformar la percepción del patrimonio arquitectónico y a impulsar cambios institucionales clave.
A través de sus audiovisuales y publicaciones, el GEU logró sensibilizar a la población sobre la pérdida del patrimonio urbano y la necesidad de preservarlo.
En 1982, la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) comenzó a desarrollar una política patrimonial alineada con las ideas del GEU. Este cambio se produjo con la participación activa del grupo en su gestación.
El GEU promovió una visión más amplia del patrimonio, integrando aspectos interdisciplinarios y sociales en su definición. Esto contribuyó a que el concepto de patrimonio arquitectónico evolucionara más allá de la mera conservación de monumentos individuales.
Sus integrantes establecieron vínculos con actores políticos y culturales, lo que facilitó la implementación de nuevas estrategias de preservación y la consolidación de una cultura patrimonial más inclusiva.
Indirectamente, el trabajo del GEU influyó en la formulación de políticas de conservación y en la protección de edificios emblemáticos, como el antiguo Hotel Colón, que logró salvarse de la demolición.
El enfoque que impulsó el GEU sobre la preservación del patrimonio y la conciencia urbana han sido herramientas ineludibles para imaginar una ciudad que no solo crece, sino que evoluciona con identidad. No se trata solo de conservar edificios históricos, sino de integrarlos de manera inteligente en el desarrollo urbano, asegurando que el pasado y el presente dialoguen sin conflictos. Esto es clave para evitar la homogeneización de las ciudades y preservar su carácter único.
Además, la idea de un urbanismo inclusivo y participativo puede influir en cómo se planifican los espacios públicos y las viviendas. En el futuro, las ciudades deberán priorizar la accesibilidad, la sostenibilidad y la calidad de vida, no solo la rentabilidad inmobiliaria. Incorporar estos principios en la formación profesional de arquitectos podría garantizar que quienes diseñan la ciudad tengan una visión más integral.
Por otro lado, la enseñanza del patrimonio como parte del proceso de innovación puede ayudar a redefinir la manera en que los arquitectos y urbanistas abordan los proyectos. No tiene que haber una dicotomía entre tradición e innovación: pueden coexistir y complementarse.