El candombe ha dejado en los últimos años de ser considerado como la expresión de un grupo étnico minoritario y restringido al ambiente capitalino, para ser asumido como un componente identitario por el conjunto de la sociedad uruguaya. Basado en el toque de los tambores.

Por la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación
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El candombe ha dejado en los últimos años de ser considerado como la expresión de un grupo étnico minoritario y restringido al ambiente capitalino, para ser asumido como un componente identitario por el conjunto de la sociedad uruguaya. Basado en el toque de los tambores llamados “chico”, “repique” y “piano”, el candombe surgió como forma de resistencia de los africanos que vinieron como esclavos a esta región, conservando de esa forma sus prácticas religiosas y sus tradiciones culturales. Para la confección de sus tambores recurrieron a barriles o barricas y lonjas de cuero vacuno, los que en su evolución actual pueden considerarse prácticamente como los únicos instrumentos musicales autóctonos del Uruguay. Junto a la cuerda de tambores, la danza expresa sus raíces ancestrales y las distintas “salas de nación” con personajes como el “Gramillero”, la “Mama Vieja” o el “Escobero”. A mediados del siglo XX, fruto de diversas influencias, se incorporó la “Vedette” como figura central del cuerpo de baile de la comparsa de candombe. En 1956 se oficializó el “Desfile de Llamadas” en el carnaval montevideano, habiéndose extendido en la actualidad a todos los barrios de la capital y a varias ciudades del país, reuniendo a hombres y mujeres de diferentes extracciones sociales y culturales. Asimismo, también debe señalarse la incorporación de estos ritmos afrouruguayos al concierto sinfónico, o la fusión con otros estilos musicales como el tango, los ritmos tropicales, el rock o el llamado “canto popular”.

Si bien es indudable que han sido estas manifestaciones culturales las que han permitido una mayor “visibilidad” de este colectivo y han operado como punto de encuentro, la riqueza de los aportes afrouruguayos al patrimonio cultural del país no se agotan allí.

La plástica, la narrativa, la poesía o el teatro uruguayos se han enriquecido con las obras de artistas del colectivo negro, si bien las rémoras culturales de siglos de discriminación racial han impedido o limitado su reconocimiento y difusión en el conjunto de la población.

La celebración de este Día del Patrimonio centrado en las culturas afrouruguayas contribuirá, sin duda, a reconocer y difundir los aportes de los afrodescendientes en la conformación nacional y la identidad cultural del país.

Biografías

Lágrima Ríos

Nació como Lida Melba Benavidez Tabarez en el Departamento de Durazno en 1924 y al poco tiempo se radicó en un conventillo del Barrio Sur de Montevideo.

Debutó como cantante en la década de 1940 vinculada al tango, la milonga y el folklore, desplegando luego su talento en los ritmos del candombe. Pero además de su gran trayectoria artística, su lucha por la democracia y contra la discriminación de los afrodescendientes la proyectaron en la historia del país como una de las grandes figuras de nuestra cultura. Falleció a los 82 años de edad, en la Navidad de 2006.

Como la “Perla Negra del Tango” participó en importantes orquestas como la de Orosman Fernández o de Alberto Mastra, compartió escenarios con los músicos Aníbal Troilo, Roberto Goyeneche y Alberto Castillo, grabó varios discos, y fue varias veces galardonada en el país y en el exterior.

Como la “Dama del Candombe” formó parte de varias comparsas -“Añoranzas Negras”, “Yambo Kenia”, “Morenada”, “Serenata Africana”, entre otras- popularizando el candombe-canción en salas de espectáculos uruguayas, y proyectándolo en América y Europa.

Sus grabaciones como “Luna y Tamboriles” (1976), “Mamá Isabel” (1989) y los más recientes “Cantando Sueños” o “Canción para mi pueblo” trascendieron nuestras fronteras. Fue una verdadera embajadora de las tradiciones afrouruguayas en todo el mundo, y como militante social, Presidenta de Mundo Afro desde sus inicios, compartió su talento musical con una decidida militancia contra toda forma de discriminación, interviniendo en la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia realizada en Durban, Sudáfrica, en 2001.

Martha Gularte

Reina indiscutida de nuestro carnaval, nació un 17 de junio de 1919 en Paso de los Novillos, Tacuarembó. Fue descendiente de esclavos brasileños y tuvo una infancia dura que la llevó de orfanato en orfanato. Pese a todo, y gracias a su talento esta gran bailarina y vedette nata, se abrió su propio camino y llegó a ser una destacadísima personalidad de la comunidad afrodescendiente.

En 1949, haciendo gala a su condición de reina de tribu, debutó en el carnaval montevideano con la agrupación Añoranzas Negras. Y fue justamente a partir de allí que las comparsas de negros y lubolos incorporaron una nueva figura: la vedette, que además de impresionar por sus bailes, debía destacarse por su figura y sensualidad.

Aquella mujer que bailó en cabarets -experta en charleston y zapateo americano-, escribió libros e incluso se acercó también al cine. Falleció a los 83 años de edad en la ciudad de Montevideo. Por pedido expreso, en su entierro no hubo flores. Haciendo honor a su propia naturaleza, Martha Gularte se fue de este mundo rodeada de plumas y tambores.

Rosa Luna

Quiso el destino que Rosa Amelia Luna (1939-1993) naciera en el mismísimo Conventillo Medio Mundo del barrio Palermo, sitio emblemático de la comunidad negra del Uruguay. Como Gularte, fue otro ícono de nuestro carnaval, y seguramente la vedette más imponente, por su fuerte personalidad y su exuberante figura.

Fue también coreógrafa y buena bailarina. A partir de los años 60 se convirtió en la máxima figura femenina -y la más popular- del carnaval uruguayo. Así lo dejó estampado con claridad en su libro de memorias Sin tanga y sin tongo: «Es interesante separar colegas de rivales. Colegas tuve y tengo un millón. Rival, una sola: Martha Gularte. Rival porque sin proponérmelo iba a robarle de un zarpazo la Corona. Porque los jóvenes deben saber que Martha supo ser la mejor por las décadas del 40 y 50».

Su temprana muerte, cuando estaba de gira por Canadá, sorprendió a la opinión pública y privó al Desfile de Llamadas -máxima fiesta de la raza negra- de una presencia imposible de sustituir.