Históricamente, los pavimentos han seguido el camino de progresión pautado por la evolución y cambio de las sociedades. Mientras que algunos han estado presentes desde los inicios de la construcción, otros han nacido basándose en determinadas posibilidades tecnológicas y materiales propias de cada época. 

Hoy, entendemos que los pavimentos que se orientan hacia las necesidades del futuro se fundan en los siguientes pilares: sustentabilidad o control de daños sobre el medio ambiente y mejoras en la calidad de vida de los usuarios en relación a su uso. 

El césped sintético y su particular desarrollo cuentan esa segunda historia. El producto se lanzó inicialmente en la década del 60 para ser utilizado en el estadio cubierto Astrodome en Houston, Estados Unidos, como forma de solucionar la falta del crecimiento del césped debido a la ausencia de luz solar, y rápidamente se expandió a distintos locales deportivos en el mundo, adquiriendo un reconocimiento internacional debido a sus ventajas económicas y de mantenimiento. Esta primera etapa del material se conoce como césped de primera generación, basada en la confección del material a partir de fibras cortas de polipropileno, a lo cual le siguió una segunda generación con un relleno de arena y fibras más largas. Sin embargo, su uso deportivo, especialmente para el fútbol, fue cuestionado porque modificaba la forma de juego al tener que usarse un calzado diferente, además de que el comportamiento de la pelota se veía alterado y la superficie causaba más lesiones por ser más dura.

Pero el césped sintético continuó su búsqueda de perfeccionamiento hasta que a fines del siglo XX surgió la tercera generación del material, que incluye partículas de caucho triturado en los rellenos además de arena. Actualmente, la situación se ha revertido. El césped natural requiere gran consumo de agua y un mantenimiento frecuente e intenso con uso de insecticidas, por lo cual la tendencia mundial en los ámbitos deportivos se está inclinando por la aplicación exclusiva de césped sintético, que se posiciona como un material sostenible desde la exigencia social, deportiva, económica y ambiental. En Metropolitana Pisos encontramos distintas variedades para la aplicación deportiva dentro de la gama de sport césped, que ofrecen versatilidad, resistencia y gran capacidad de absorción al impacto, comportándose de forma similar a la hierba natural. La popularidad del césped sintético en los deportes, le ha dado visibilidad a este material que hoy también se ha extendido a otros ámbitos como el residencial y el comercial. A principio de los 80, se utilizaba como un recurso económico para incorporar verde a espacios interiores, básicamente con las prestaciones de una alfombra y con fines decorativos.

Con la explosión del material en el ámbito deportivo, el césped sintético se fue introduciendo cada vez más en el mundo del paisajismo y de la jardinería, hasta que en el año 2000 aparecieron fibras más suaves y resistentes, logrando una textura, color y materialidad de gran naturalidad que permiten su incorporación en múltiples espacios: interiores, azoteas y terrazas, jardines y paisajes. Para este rubro, las opciones también son amplias. Césped Gramalux de Metropolitana Pisos, se destaca por su capacidad de recuperación y resistencia al sol, a la humedad y a las temperaturas extremas, es de fácil limpieza e higiénico para los animales domésticos. El césped Green logra un equilibrio entre las prestaciones decorativas, la durabilidad, la calidad y el precio, lo que lo hace ideal para interiores. El césped Jardín, con un acabado muy natural, resistente a altas temperaturas y choques térmicos, así también como a la abrasión y el desgaste, cuenta con protección UV, manteniendo su color a lo largo del tiempo y requiriendo un mantenimiento mínimo.

Si bien el césped sintético ha disparado las posibilidades del mundo de los deportes brindando un escenario más seguro y sostenible, es en el ámbito doméstico donde revoluciona el concepto de los materiales en general, al lograr reproducir una de las sensaciones que más nos acercan a la naturaleza: la de pisar el pasto descalzos y contemplar una superficie verde. Desde el punto de vista arquitectónico, la posibilidad de incorporar esa experiencia a nuestro entorno diario sin importar las condiciones climáticas presentes, o la cantidad de sol y disponibilidad de agua, al tiempo que cuidamos de los recursos naturales, conlleva a un doble efecto positivo en el bienestar de los individuos y en la sostenibilidad de nuestra práctica.

Arq. Tatiana Lacroze