Compartimos un texto elaborado por el Arq. Daniel De León, socio de SAU, que analiza los datos más recientes sobre las personas en situación de calle en el país, abordando lo que significa y lo que se puede hacer desde nuestra disciplina. 

La arquitectura que no construye ciudad -es decir, que no construye espacio público- es cosa venal sirvienta del capital, mala arquitectura.

Antonio Miranda (1)

 

En el año 2006 se calculaba que, solo en la capital, 320 personas dormían en la calle.

Según información recogida por los colegas Gonzalo Bustillo y Leticia Moreno en su investigación «Vivienda primera. Aportes para la innovación política en el acceso a la vivienda social para las personas sin hogar en Uruguay» en 2011 ya eran 353, en 2016 sumaban 556 y el último dato del año 2023 daba como resultado 1375. Los factores principales del problema se han identificado como la ruptura de vínculos familiares, el consumo problemático de sustancias y la falta de acceso a vivienda.

En línea con lo anterior, en mayo del 2019 el MIDES anunciaba el resultado de un censo: “Durante la noche del 9 de abril se contabilizaron 2038 personas en situación de calle, de las cuales 1043 se encontraban a la intemperie y 955 en refugios del MIDES. En comparación con los datos obtenidos en 2016, esto representa un aumento del 18,4%” (2). En ese mismo censo se anunciaba que las causas más significativas que motivaban la situación de calle eran la ruptura de vínculos familiares, sentimentales e institucionales (50%) seguida del consumo problemático de sustancias (30%).

Otro dato. Según Bustillo aproximadamente 1.300 o 1.400 personas están actualmente a la intemperie, a las que hay que sumar 3.500 que concurren a centros 24 horas y refugios. El resultado es que en Montevideo hay aproximadamente 5.000 personas sin hogar. (3)

Los investigadores Bustillo y Moreno han proyectado que para el año 2030 podría haber 10.000 personas viviendo a la intemperie en Montevideo. Es decir, se duplicaría la cantidad de gente sin hogar en cinco años. Ese número se podría volver a duplicar en el año 2035 de no tomarse medidas llegando a las 20.000 personas en situación de calle.

 

 

¿La vivienda primero?

Para atender esta problemática en los primeros años 2.000 se implementan los primeros Planes Invierno. A partir del año 2006 aparecen las primeras políticas nacionales, materializadas generalmente en clave de “refugios”. Hacia el año 2013 se comienza a dar un análisis a la interna del MIDES donde se contraponen los resultados del denominado «modelo escalera», que propone distintas instancias de convivencia previa a la adquisición de una vivienda individual y donde la vivienda se encuentra en el último peldaño, con el modelo que se venía aplicando en otros países denominado Housing First (la vivienda primero). 

Resulta interesante ver lo que señalaba Volker Busch-Geertsema(4) en oportunidad de la realización de una actividad del Mides del año 2015: “Cuando en un país hay personas sin hogar, hay déficits en políticas públicas. La gente no llega a la calle sola sino porque hay un Estado que no está dando las respuestas adecuadas: déficits en políticas de vivienda accesible; de salud mental; de atención a personas con consumo problemático de drogas; ausencia de políticas laborales; ausencia de cuidados a quienes son dada de alta de hospitales o a quienes egresan de la privación de libertad; déficits en políticas para personas víctimas de violencia doméstica; entre otras”.

El MIDES disponía en ese momento de 1.760 plazas en refugios para las personas que vivían en situación de calle. En opinión de Busch los refugios son una estrategia que trabaja sobre lo emergente: ofrece un techo, pero no un hogar en el que las personas puedan desarrollar su proyecto de vida. El experto criticó estos sistemas de escalera por inefectivos: la enorme mayoría nunca accede a la vivienda individual y se pierden en cualquiera de las etapas anteriores. “Housing First pretende solucionar el sinhogarismo, no gestionarlo”. Según la experiencia recogida por el experto, los sistemas de escaleras se legitiman bajo el entendido de que las personas no están preparadas para vivir solas y que deben pasar por etapas previas (6).

No tengo elementos ni capacidad para evaluar si la propuesta de Busch es la solución al problema, pero creo que en el fondo comparto el espíritu de la idea: el poder público es el único refugio y la última esperanza de los pobres y los desamparados.

Salvo algunos ejemplos mínimos y acotados, con acceso a viviendas con apoyo, el modelo de sistema de escaleras aplicado prácticamente en los últimos veinte años para responder a la problemática de la población en situación de calle no brindó la solución esperada. Las políticas para enfrentar el tema han sido llevadas adelante por el MIDES en base a refugios, centros diurnos y algunas viviendas con apoyo. La evidencia demuestra que con esas herramientas no se resuelve el problema. Si seguimos haciendo lo mismo no podemos esperar otros resultados.

En forma paralela, el “sinhogarismo” no ha estado considerado por los planes quinquenales de vivienda elaborados por el MVOT. El organismo rector de la vivienda en Uruguay no consideró, hasta ahora, ese fenómeno como parte del déficit histórico de vivienda. (7)

Fenómenos sociales como el aumento de la población carcelaria, los problemas de salud mental y los egresos de cuidado adolescente son factores que, por su dinámica, incrementan el aumento de la población en situación de calle. Cárcel, salud mental y adolescentes bajo cuidados son temas que aparecen cotidianamente en la opinión pública, generalmente relacionados a aspectos negativos.

 

Situación de calle: ¿un síntoma?

Podemos decir que la ciudad es una síntesis de infraestructura geográfica y, aunque no esté de moda utilizar términos del materialismo, de estructura económica y superestructura ideológica. 

El espacio público, elemento esencial de la ciudad, es ese “vacío” entre las distintas construcciones que hay que llenar de forma más o menos adecuada para cumplir con los objetivos del poder público, ya sea local o estatal, y de los inversores inmobiliarios.

En ocasiones, como señala Manuel Delgado, el término espacio público puede ser un eufemismo ya que por encontrarnos dentro de la lógica capitalista el mismo aparece como equivalente a suelo. Y en el sistema capitalista, por su propia dinámica, cuando no existe el suelo hay que crearlo y cuando existe hay que dinamizarlo

En el espacio público se proyectan, desde el punto de vista ideológico, varias categorías abstractas: democracia, ciudadanía, convivencia, civismo, consenso. Pensado y asumido como el escenario donde un grupo de personas, teóricamente libres e iguales, responden a un guion que establece como conducirse en dicho espacio. Y cuando ese anhelo de espacio conformado por el diálogo, la concordia y la cortesía toma registro de las muestras de una sociedad que genera la diferencia y el fracaso, aparecen grietas en el tinglado.

La superestructura ideológica, al decir de Delgado y Malet, genera una respuesta, “…un conjunto de movimientos de reforma ética del capitalismo, que aspiran a aliviar sus efectos mediante una agudización de los valores democráticos abstractos y un aumento en las competencias estatales que la hagan posible, entendiendo de algún modo que la exclusión y el abuso no son factores estructurales, sino meros accidentes o contingencias de un sistema de dominación al que se cree posible mejorar éticamente.” (8)

Haciendo una abstracción, el “ciudadano” se convierte en el protagonista del espacio público, del espacio “democrático”. Y este concepto, como instrumento ideológico, siguiendo a Delgado y Malet, “…se correspondería bastante bien con algunos conceptos que Marx propusiera en su día (…) uno de los más adecuados (…) sería el de mediación, que expresa una de las estrategias o estructuras mediante las cuales se produce una conciliación entre sociedad civil y Estado, como si una cosa y otra fueran en cierto modo lo mismo y como si se hubiese generado un territorio en el que hubieran quedado cancelados los antagonismos sociales.”(9)

Salgamos de la teoría y volvamos a lo que se ha vuelto cotidiano. ¿Cuál es el primer emergente de la problemática con la población en situación de calle? La ruptura de la ilusión referente a que en el espacio público las clases y los sectores enfrentados disuelven sus contenciosos sociales. 

 

 

Persuasión o violencia

Ningún uruguayo bien nacido puede mantenerse indiferente ante el problema que describíamos al principio respecto al fenómeno creciente del sinhogarismo. Por ello, se descuenta la buena voluntad y las mejores intenciones de las medidas y acciones implementadas tanto por las autoridades como por la sociedad civil para ayudar a aliviar una situación difícil y complicada. Acá no se trata de cuestionar las mismas sino de ver que hay en el fondo.

Como ya señalaba Louis Althusser, los aparatos ideológicos del Estado (AIE) contribuyen a la consolidación ideológica, y a diferencia del aparato represivo, que actúa mediante la fuerza, aquellos operan mediante la difusión de ideas y valores que legitiman el orden social existente.

La intención es convencer, disuadir y persuadir cualquier ruptura, contestación o resistencia, así como cualquier ramificación que conduzca a la apropiación inadecuada del espacio público para no llegar a la utilización de la violencia. Para ello se recurre a la descalificación, a la deshabilitación bajo la denominación de incivilizado, transgresor de los principios abstractos de la convivencia ciudadana.

Cuando la persuasión no funciona o no alcanza se pasa a la utilización de la fuerza. 

En el año 2013 el Poder Ejecutivo promulgó la ley 19.120, que modifica aspectos del Código Penal referidos a faltas y norma las conductas relativas a la conservación y cuidado de los espacios públicos. La ley incorpora al Código Penal un artículo que estipula que serán castigados con pena de 7 a 30 días de trabajo comunitario quienes acampen o pernocten indebidamente en los espacios públicos, luego de que se los haya intimado dos veces por parte de la autoridad competente. En febrero de 2014, con solo algunos meses de vigencia de la nueva Ley, ya habían sido conducidas 1.648 personas por estar infringiendo las normas de uso del espacio público en la ciudad de Montevideo. (10)

En agosto del año 2024 se aprobó la norma de “Internación Compulsiva”, y recientemente, en junio de este año, al amparo de la Ley Nº 18.621 se procedió a la declaración de “Alerta Roja por frío extremo exclusiva para personas en situación de calle”. Ambas medidas, en caso de resistencia de los destinatarios implican la intervención de personal del Ministerio del Interior y el traslado forzoso de las personas. La última norma indica además que, ante el desacato, se de cuenta a la justicia.

Estas medidas han tenido una amplia difusión por parte de sus defensores y cobertura en los medios buscando obtener su legitimización ante la opinión pública, destinatario deseado para la gestión y el control políticos.

Espacio público – lugar

Como lugar, el espacio público debe cumplir el papel donde el sistema expresa su naturaleza igualitaria, donde se ejercen los derechos de expresión y reunión, de donde deviene su potencial capacidad de control sobre los poderes públicos y donde estos pueden ser cuestionados en lo relativo a los asuntos colectivos. Pero “…el conflicto antagonista no puede percibirse sino como una estridencia, o, peor, como una patología. Es más, es contra la lucha entre intereses que se han desvelado irreconciliables que esa noción de espacio público, tal y como está siendo empleada, se levanta.” (11)

Definimos el espacio público como “lugar de encuentro”, pero en él no se manifiesta claramente el lugar que a cada usuario le corresponde en la jerarquía social de acuerdo a las diferencias y desigualdades por clase, edad, género, etnia, etc. Hace años, el arquitecto español Juan Herreros afirmaba: “La ciudad es el lugar común de los que no tienen nada en común.”

En resumen, si bien teóricamente somos todos iguales, en el espacio público hay supuestos beneficiarios que ven discutida su plena ciudadanía a consecuencia de prejuicios, estigmas o señales. Como consecuencia de cierta identificación se asume que no son merecedores esa igualdad proclamada. Por un código no escrito son empujados a la ilegalidad, al camuflaje y al sigilo. Esto se puede dar cuando, en una ciudad como Montevideo, son 300 personas. Es más difícil cuando con 5.000 ¿Y cuando sean 10.000? ¿Y si llegan a 20.000? A la larga, es imposible ocultar el conflicto.

Recurriendo nuevamente a lo expresado por Delgado y Malet, cuando el problema adquiere determinadas dimensiones se “…asignan a la vigilancia y la actuación policiales la labor de lograr lo que sus invocaciones rituales –campañas publicitarias, educación en valores, fiestas “cívicas”– no consiguen: disciplinar ese exterior urbano en el que no sólo no ha sido posible mantener a raya las expresiones de desafecto e ingobernabilidad, sino donde ni siquiera se ha logrado disimular el escándalo de una creciente dualización social. La pobreza, la marginación, el descontento, no pocas veces la rabia, continúan formado parte de lo público, pero entendido ahora como lo que está ahí, a la vista de todos, negándose a obedecer las consignas que las condenaban a la clandestinidad.” (12)

 

¿Qué hacer desde la disciplina?

Como arquitectos estamos llamados a colaborar con el proyecto de construcción de la ciudad, siendo conscientes de las limitaciones y de las dificultades del mundo que nos rodea y asumiendo que no tenemos todas las respuestas.

Los ideales de ciudad no solamente deben ser enunciados. Se deben proyectar a través del diseño y materializarse dándole forma a la arquitectura y al urbanismo para ofrecer una respuesta coherente con los valores que se pregonan.

Tendremos que asumir que ese proceso debe, necesariamente, ser colectivo, colaborativo y ampliamente democrático, donde la arquitectura sea una más de las múltiples disciplinas, poderes y agentes que participen en su desarrollo. De allí que sea necesario una cuota de humildad de parte de los arquitectos. 

La arquitectura ayuda, pero no resuelve todo. También será preciso la participación creativa de los políticos, en sentido amplio, los que deberán confiar en ese proceso colectivo y colaborativo. 

Los colegas Gonzalo Bustillo y Leticia Moreno, con la investigación a la que nos referimos al inicio, nos brindan un ejemplo de como la disciplina y en particular la Academia pueden aportar a tratar de entender un aspecto de una problemática que se presenta amplia y compleja. 

 

Daniel De León, julio 2025.

REFERENCIAS:

  1. Miranda, Antonio. No hay bancos en Wall Street, Prólogo del libro El espacio público como ideología, de Manuel Delgado. Los libros de la Catarata, 2011.
  2. MIDES presenta datos de relevamiento de la población en situación de calle en Montevideo (tomado de https://uruguay.unfpa.org/es/news/mides-presenta-datos-de-relevamiento-de-la-poblaci%C3%B3n-en-situaci%C3%B3n-de-calle-en-montevideo)
  3. Entrevista al Arq. Bustillo en El Solidario de Fucvam (tomado de https://www.carasycaretas.com.uy/sociedad/en-diez-anos-se-triplico-la-cifra-poblacion-hogar-uruguay-n84625)
  4. Volker Busch-Geertsema , doctor en Sociología y coordinador del Observatorio Europeo de las Personas Sin Hogar.
  5. La vivienda primero (tomado de https://archivo.mides.gub.uy/56959/la-vivienda-primero)
  6. La vivienda primero (tomado de https://archivo.mides.gub.uy/56959/la-vivienda-primero)
  7. El déficit habitacional en Uruguay se estima entre 60.000 y 65.000 viviendas desde hace décadas.
  8. Delgado, M.; Malet, D. El espacio público como ideología. (Jornadas Marx siglo XXI, Universidad de la Rioja, Logroño, diciembre 2007)
  9. Delgado, M.; Malet, D. El espacio público como ideología. (Jornadas Marx siglo XXI, Universidad de la Rioja, Logroño, diciembre 2007)
  10. Ley de Faltas: se aplicó a 1.648 personas que vivían en la calle (tomado de https://www.subrayado.com.uy/ley-faltas-se-aplico-1648-personas-que-vivian-la-calle-n31243)
  11. Delgado, M.; Malet, D. El espacio público como ideología. (Jornadas Marx siglo XXI, Universidad de la Rioja, Logroño, diciembre 2007)
  12. Delgado, M.; Malet, D. El espacio público como ideología. (Jornadas Marx siglo XXI, Universidad de la Rioja, Logroño, diciembre 2007)

    Imagen principal: Ben Kerckx