El domingo 15 de octubre del presente año falleció a la edad de 65 años el colega Gonzalo Guevara. Socio de la SAU desde siempre y comprometido laboralmente con la vivienda social dese que fundaron el estudio de arquitectura con Durán Mattos a mediados de la década del ochenta. Socio del estudio Guevara-Schwedt con el que fue coautor de varios complejos de cooperativas de vivienda como Siglo XXI, Puerto Fabini en Ciudad Vieja, ganadora de un Premio Panamericano o Irupé atrás del Teatro Solís en la ciudad de Montevideo.

Socio, amigo, hermano.

Fuimos al mismo Preparatorio juntos, pero no nos llegamos a conocer porque él hacía Química. Siempre fue inexplicable para mí esa inicial vocación ya que, sin dudas, era un arquitecto nato. Después, ya en Facultad, en los concursos de vivienda de la rifa empezábamos muchos a trabajar, pero con el paso de las horas de a poco iban desertando. La madrugada nos encontraba a los dos solos, discutiendo anteproyectos. Así nos fuimos volviendo socios para toda la vida.

En el estudio no era fácil para los dibujantes seguirle el tranco ya que estaba en todo, no delegaba ni el diseño del rótulo de la lámina, imagínense los detalles constructivos de un ejecutivo. Pero siempre rodeaba de afecto el trato y, entre mates y charlas, se volvía entrañable. En las obras saludaba a todos, se acordaba de nombres y apodos, les preguntaba a los capataces por su salud y por su familia. Lo hacía naturalmente, de sociable que era. Pero no por esa familiaridad que cultivaba dejaba de exigirles, al revés, y no aceptaba excusas fácilmente.

Gonzalo no pasaba desapercibido: inteligente, luchador, sociable, querible, generoso, compañero, tierno. ¡Macanudo!
Nunca se callaba, decía lo que pensaba: crítico, frontal, incorrecto, sin calcular conveniencias. ¡Disparate!
Creo que su propósito en la vida era tener amigos, amigos de verdad con los que abrazarse rato, y para lograr eso era necesario mostrarse tal cual era.

En los cumpleaños comúnmente llegaba tarde. El vaso largo que prefería estará reservado como siempre, esperándolo.
Ahora parece que se fue, pero no, yo sé que se me quedó adentro.

Arq. Rodolfo Schwedt